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Una mirada sobre el camino recorrido, con los ojos de quien lo recorrio y la experiencia entre las manos.
El saber de la montaña, el misterio, que acompaña y siempre se siente su presencia, como el cielo, la muerte, las estrellas.
Un regalo, un suvenir, una canción de canciones. Una imagen del canto solitario, que conecta con la inmensidad del universo, donde ya no estamos solos. Como nuestro sur, de montañas y cielos estrellados, lagos, piedras, que contienen la verdad, como vos, como yo. Lo que está dentro nuestro. Un proyecto de proyectos, la primer primer piedra, del polvo que pasó y dejó su huella, sin mas estrella que seguir cantando.
Quizás, seguimos trabajando en los sueños, agitando, para dar amor, para que detrás de todo, el domingo no siempre llueva, y esos rulemanes que llevamos dentro, puedan tomar otros rumbos y llegar a diferentes estaciones, sin culpa, y bancándose hacer la de uno, para poder disfrutar del diario despertar.
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